Se pude decir que los tubillanos, desde tiempos ancestros, han sentido
afición por la apicultura. No hace muchos años, los colmenares
ambundaban en los campos de Tubilla. En ellos se albergaban las comenas,
denominadas "corchos", por estar hechas de corteza de alcornoque.
Aunque el comenar solía ser de un solo peopietario, en el colmenar
podía haber colmenas pertenecientes a otras personas.
Algunos de estos colmenares se utilizaban para cazar con reclamo. En
el fotografía se ven unos ventanucos a través de los cuales
disparaban a las perdices que se acercaban por los sembrados.
La excelencia de la miel y la calidad de la cera han hecho que hoy exista
una pequeña, pero fructifera, industria familiar dedicada este
precioso "arte" de la apicultura.