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La Comunidad
Autónoma de Castilla y León, con una
extensión de 94.224 Km2, pasa por ser la más
extensa, no sólo del territorio nacional, sino del conjunto
de la Unión Europea, superando en superficie a siete de los
quince estados miembros (Austria, Bélgica, Dinamarca,
Holanda, Irlanda, Luxemburgo y Portugal). Representa el 18,6 por
100 del territorio nacional y el 2,9 por 100 del espacio
comunitario (Cuadro 1). Integrada por nueve provincias (Avila,
Burgos, León, Palencia, Salamanca, Segovia, Soria,
Valladolid y Zamora), la Comunidad castellana y leonesa ocupa la
mitad septentrional de la Meseta, estando delimitada por la
Cordillera Cantábrica, al norte; los Montes de León,
al noroeste; la Cordillera Central, al sur; y la Cordillera
Ibérica, al este. No posee al oeste ningún
límite natural, siendo la frontera con Portugal la que la
delimita. Aunque no existen accidentes geográficos que
hayan provocado la incomunicación con el país
vecino, la propia frontera se ha encargado de hacerlo y el
río Duero, que constituye el eje vertebrador de esta
Comunidad y una salida natural hacia el Atlántico, no ha
realizado este cometido, encontrando Castilla y León su
salida al mar por el norte.
Como consecuencia de
esta localización geográfica, el 67 por 100 del
territorio se encuentra situado en altitudes superiores a los 500
metros y el 31,6 por 100 por encima de los mil, situándose
la altitud media de la región en torno a los 800 metros.
Este hecho, unido a la extrema dureza de sus condiciones
climatológicas, influye negativamente en su actividad
agrícola.
La Representación
en España de la Comisión Europea publica la 3ª
Edición de la obra "Las Comunidades Autónomas
españolas en la Unión Europea" que consta de veinte
fascículos, uno por cada una de las 17 Comunidades
Autónomas, más Ceuta, Melilla y, por último,
uno introductorio que engloba toda España.
El enfoque que se ha
seguido, como en ediciones anteriores, es el regional haciendo
hincapié en las acciones estructurales efectuadas en cada
región a través de los Fondos Estructurales, el
Fondo de Cohesión y las iniciativas comunitarias. Se
incluyen distintos ejemplos de actuaciones en los que se han
traducido las intervenciones comunitarias así como una
evaluación del impacto de las acciones estructurales a
través de su aportación al crecimiento
económico y al proceso de convergencia real.
El hecho de que esta
publicación examine el impacto de las acciones
estructurales sobre las regiones no debe hacer olvidar que el
objetivo perseguido en los distintos Tratados es el de la
cohesión económica y social,
señalándose expresamente que todas las
políticas comunitarias deben coadyuvar a conseguir tal
objetivo. Por ello y aún teniendo en cuenta que las
acciones estructurales representarán en 1999 el 35% del
presupuesto comunitario no hay que perder de vista el impacto que
otras políticas, especialmente la PAC, tendrán sobre
la cohesión.
El avance de la
Unión Europea se pone de manifiesto considerando tres
hechos. La entrada en vigor de un nuevo Tratado, el de Amsterdam;
la entrada en vigor desde el 1 de Enero de 1999 de una moneda
común, el euro, en once países; y la existencia de
un mercado único.
Sin embargo, todo ello
no debe hacer olvidar los retos a los que se enfrenta la
Unión y a los que la Comisión Europea intenta dar
respuesta en su documento Agenda 2000. Tales retos se resumen en
la neceidad de mejorar las políticas de la Unión,
ayudar a los países candidatos a prepararse lo mejor
posible antes de su adhesión y por último el
establecimiento de un nuevo marco financiero. Las propuestas de la
Comisión contempladas en la Agenda 2000 darán lugar
a decisiones que serán tomadas por el Consejo y el
Parlamento Europeo. Su aplicación repercutirá
positivamente en la cohesión económica y social de
los países integrantes de la Unión.
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1.
La densidad de población media de
la región se cifraba, en el año 1996, en 26,7
hab/km2, dato que contrasta con la densidad media nacional
(78,3 hab/km2) y la de la Unión Europea (116,8 hab/km2),
registrando cerca de la mitad del territorio de Castilla y
León umbrales inferiores a los 10 hab/km2. Aunque la
evolución de esta variable difiere entre provincias, si
atendemos a los datos publicados por el Instituto Nacional de
Estadística en los respectivos Censos de
Población (Cuadro 1), en el conjunto de la región
la situación no se ha modificado prácticamente
desde comienzos de siglo, lo que es indicativo del declive
demográfico que padece esta Comunidad Autónoma,
que no ha contabilizado las ondas de crecimiento poblacional
registradas en nuestro país. Aproximadamente, el 98 por
100 de los municipios de Castilla y León ha sufrido una
merma en su censo demográfico a partir de 1960, lo que
justifica la reducción experimentada por las densidades
hasta extremos críticos.
Cuadro 1
2.
La distribución
territorial de la población puede caracterizarse por su
concentración en las provincias de Burgos, León,
Salamanca y Valladolid, que aglutinan el 68,5 por 100 del total
regional (Cuadro 2). En el extremo opuesto, se encuentra la
provincia de Soria, que, únicamente, representa el 3,7
por 100. La baja densidad media de su población y la
desigual distribución de ésta en el conjunto de
los asentamientos, concentrada en núcleos urbanos no muy
numerosos, denuncia la configuración de un territorio
marcadamente jerarquizado.
Cuadro 2
3. Castilla y León ha pasado de
tener una población de 2.623.196 habitantes, en el censo
de 1970, a 2.562.892, en el de 1991, lo que supone una
pérdida total de 60.304 efectivos. Este hecho se ha
traducido en una menor representación de la
población castellano y leonesa sobre el total nacional,
al pasar de un 7,7 por 100, en 1970, al 6,5 por 100, en 1991.
Ante esta situación, estamos en condiciones de afirmar
que la Comunidad de Castilla y León constituye un buen
ejemplo de regresión demográfica, provocado,
fundamentalmente, por el proceso migratorio que ha sufrido esta
región.
4. Los movimientos migratorios suponen el
factor de cambio demográfico que más ha
condicionado tanto el tamaño como la propia estructura
por edades de la población de Castilla y León a
lo largo de todo este siglo y, especialmente, a partir de la
segunda mitad. En todas las provincias de la región, sin
excepción, han tenido lugar desplazamientos interiores
de población desde las zonas rurales a las capitales
(éxodo rural) e, igualmente, desde unas capitales
provinciales a otras, todo ello combinado con un fuerte
movimiento migratorio extrarregional. Así, durante los
años que transcurren entre 1960 y 1970, el saldo
migratorio se elevó a -466.236 personas, y entre 1976 y
1981, la región mostró un saldo migratorio
negativo medio de 25.000 efectivos, cifra que se elevó a
más de 36.000 en el período 1986-1991, debido, en
gran medida, a la fase de recuperación económica
que experimenta España durante la segunda mitad de la
década de los ochenta. Dado el carácter selectivo
de los procesos migratorios, la pérdida de efectivos se
ha concentrado, fundamentalmente, en aquellos estratos
poblacionales más dinámicos, lo que ha generado
ciertos desequilibrios tanto en la estructura por edades,
acelerándose el proceso de envejecimiento de la
población regional, como en la distribución
demográfica espacial, al crearse amplias zonas
despobladas en el ámbito rural. En general, puede
aceptarse que la desaparición de población en un
área concreta la condena a muerte. Para que esto no
suceda en las zonas de Castilla y León que muestran una
preocupante tendencia progresiva hacia su despoblación,
la sociedad y los diferentes estamentos de la
Administración deberán instrumentar ciertas
medidas que modifiquen el curso de los acontecimientos. De no
ser así, la despoblación y el empobrecimiento
económico de estas áreas resultará
inevitable.
5. Ha sido el éxodo rural el que ha
originado la despoblación de la Comunidad
Autónoma, dado que del mundo campesino proviene
más del 80 por 100 de todo el contingente migratorio
registrado. Este concepto debe diferenciarse del de
desertización que, en ocasiones, ha sido empleado para
referirse a las áreas de montaña en las que el
abandono de tierras ha dado lugar a la vuelta a un equilibrio
ecológico lesionado por la acción del hombre.
Este proceso de despoblación ha sido desigual pudiendo
distinguir tres zonas diferenciadas en la región:
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© 2001-2002 Juan José Fernández Gutiérrez
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