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           Las matanzas eran y son, en menor escala, una fiesta familiar con motivo del sacrificar el o los cerdos.

           Las faenas de la matanza están envueltas en una especie de ritual, que se ha de seguir, casi al pie de la letra, para que todo salga correctamente.

       

           Los preparativos

           La víspera han de estar listos los utensilios : Los cuchillos afilados, el gancho, el banco, las raspaderas, la caldera de cobre (heredada de los abuelos) para cocer las morcillas, el cucharón con el pincho, el pan partido como para hacer sopas, las cebollas picadas, el arroz, las especias, El hilo, la paja, las ruedas de vencejos para "chamoscar" a la res, el aguardiente, las pastas...

           El encuentro

           Por la mañana temprano los invitados llegan a la casa anfitriona a la hora señalada; también los niños, que ese día no irán al colegio. Se toma el aguardiente y las pastas, todos, grandes y pequeños. La euforia empieza a hacer acto de presencia. Acabada esta ceremonia, cada uno se dispone a hacer el papel que tiene asignado. Los más importantes son los del matarife y el de la señora que prepara la sangre.

           El momento del sacrificio

           En este lance es fundamental: que la cuchillada sea certera al corazón para que el animal sufra menos y se desangre pronto y bien; que la sangre no se coagule, para ello la encargada de recoger la sangre ha de estar concentrada y no cesar de removerla un solo instante.

           "Chamoscar" y raspar

           Llegado este momento, hay que tener sumo cuidado con el fuego para evitar que se queme la corteza, a fin de que los jamones y perniles de tocino salga sin tara. También se requiere gran destreza con las raspaderas para no hacer ninguna hendidura en la corteza, por las mismas razones. Un acto simpático es la corta y entrega del rabo a los niños, como un preciado obsequio.

           Abrir el cerdo

           Manos de cirujano ha de tener el matarife para sacar correctamente la "entrealma" y no romper ningún intestino. Aquí se juega su prestigio. A los niños se les entrega la vejiga del animal. La hinchan con una caña de centeno y la utilizan como pelota. Se cuelga el cerdo para que se oree durante 24 horas.

           Las morcillas

           Delicioso manjar éste, hecho con amor y manos diestras. Una vez llenas las tripas, hay que coserlas y cocerlas con mucho cuidado Y evitar que se arpen . Para ello es importantísimo saber pincharlas a tiempo, con la aguja del cucharón y removerlas con ternura. Cuando están en su punto, se sacan y se colocan con mimo encima de una superficie de cañas de centeno. Oreadas, se cuelgan en unas varas preparadas para este menester.

           "Estazar el cerdo"

           Ahora hay que tener buen pulso para sacar sin defecto las dos tiras de lomo, los solomillos y los jamones. Separadas las piezas de carne se procede a hacer el picadillo. Atención... las mujeres que en ese preciso instante tengan la menstruación no pueden tocar la carne, lo mismo ocurre dos días después a la hora de hacer los chorizo. Las mujeres más mayores afirman que, si una mujer, en estas circunstancias, toca la carne, no salen bien los chorizos.

           Llevar el plato

           Esta costumbre confirma el carácter social de "las matanzas". A los familiares y amistades que no pudieron asistir, así como al cura, al médico y al maestro /a, se les hace partícipes llevándoles un presente consistente en un puchero de mondongo, una morcilla y un filete. Los encargado de llevarlo eran los niños, quienes se veían recompensados con una buena propina. La parte social por excelencia son las comidas, pero, de una manera especial, las cenas. A ellas acuden familiares, amistades y el pastor de las ovejas. Juntos en la mesa se cuentan anécdotas del pueblo y de sus alrededores, historias de personajes verdaderos o ficticios, se revive el pasado. No faltan adivinanzas, bromas, cánticos y el juego de la Brisca. Los niños escuchan y, a la hora del juego, juegan al escondite, revolviendo e inspeccionando todos los rincones de la casa y sus aledaños. "Las matanzas", refuerzo de lazos familiares y valiosa vía de transmisión de tradiciones. ¡Que no se pierdan...!

Delfín Cerezo

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